Hola a todos!, soy Ana, una gatorrista que al fin toma las riendas del teclado y escribirá en propia persona cómo es la vida desde el punto de vista felino =^_^=
Vivo en Canarias, España y comparto el hogar con mi mami y mi papi. Llevo con mi mami casi 9 años, mi papi llegó más tarde a nuestras vidas, hace casi unos 5 años.
Mis aficiones son comer (a lo que soy una gran aficionada y por ello tuve que someterme a una dieta de reducción de peso :-( ), dormir, hacer alguna que otra trastada, observar a los jerbos de mami (marditos roedores....) y soy fan de Garfield y del Gato Banderas con Botas x-D
Quereis que os cuente mi historia???:
Mi historia no se sale de lo común, no está llena de aventuras nocturnas en las calles, ni de días de lluvia debajo de algún coche. Ya me procuré yo elegir a la que, a todos los efectos llamo mi madre humana, antes de ser destetada de la que fue mi madre de nacimiento. Aún así, no creais que provengo ni de una casa de abolengo, ni de criadero alguno, ni siquiera de escaparate de tienda de mascota. Soy lo que los humanos se han empeñado en llamar “común europeo” (fíjate si serán racistas y separatistas en su manía de clasificar a todos los seres vivos en especies y razas) y mi origen está en una lonja de papas de una señora que poseía vari@s gat@s.
De mis primeros días recuerdo el afán de mi madre felina (una preciosa siamesa) en tenernos protegidos y calentitos escondiéndonos entre las sábanas del armario. Eso sí, cada vez que la señora o alguien nos descubría a mi madre le faltaba tiempo para llevarnos a algún otro lugar como debajo de las colchas de la cama, el armario de las toallas, etc.
Mi madre humana, cuando empieza a contarme historias de mi infancia recuerda el primer día que me vio, escondida en el armario con el resto de mis hermanit@s. Me cuenta que ella siempre quiso “tener” un gato (jeje, tener, si ellos supieran jeje…), pero que en su casa nunca la dejaron y que todo intento de llevar uno acababa con la devolución a su hogar anterior. Ella era amiga de la sobrina de la señora que vivía con mi madre felina, la cual le dijo que en casa de su tía había una gata que había dado a luz y, un día de agosto de 1997, cuando yo contaba con días me fue a visitar. Dice que desde que me vio me eligió, pero lo que no sabe es que nos elegimos mutuamente. Para no tener problemas en su casa, me escondió un mes en su habitación, hasta que llegó la hora de reanudar sus estudios universitarios y viajar a la isla en la que ahora estamos.
No os extrañe de que la llame “mami”, a parte de que se que a ella le encanta (y a veces tenemos que darles el gusto ¿no?), ¿no es madre la que te cría, te cuida, mima y protege? Tenemos una relación muy especial y a todos los efectos, y así está reflejado en la Gran Ley Gatuna, me siento así y la llamo así. Por supuesto no reniego de mi amorosa madre felina que me sacó adelante con su tibio vientre y leche a golpe de lametones amorosos y que me preparó para ser lo que hoy soy.
Bueno, para que me conozcais mejor, les contaré cuáles son mis aficiones favoritas: por supuesto, ver el mundo desde el balcón y la ventana. Realmente prefiero el balcón aunque el aire fresco me desmelene los bigotes. Ahí puedo observar atentamente el vuelo de las palomas, intentar morder las plantas de mami.... A pesar de mi edad (casi 9 años pero requetebién llevados jejeje, apenas se me notan), todavía me apasionan los juegos de caza. Si tengo suerte alguna mosca, polilla o cucaracha cae entre mis fauces, pero normalmente me he de conformar con algún alambre de los que vienen para cerrar las bolsas de pan de molde, algún que otro ratón de mentirijillas (lástima) o pelota de papel de aluminio. Este tema de la caza me recuerda lo que me pasó hace algo así como dos años y medio… ¿te puedes llegar a imaginar lo frustrante que es tener al “enemigo en casa” y no poder darle captura? Pues si, en esta casa no se les ocurrió mejor cosa que aparecer un buen día con una jaula de dos pisos con… ¡¡dos malditos roedores!!y lo peor de todo ¡¡¡SIN TENER EN CUENTA MI OPINIÓN!!! Empezaron por dos y hoy, después de que algunos hayan ido al cielo, son 5. Te puedes imaginar el disgusto taaaan grande que me cogí el día que me trajeron “eso” para casa y descubrí que ¡¡¡¡¡eran intocables!!!! ¿¿¿¿Tú me puedes explicar semejante barbaridad???? Poco a poco he visto como la familia de esos malditos roedores ha ido aumentando y yo he tenido que soportar no sólo el tener que aguantarme las ganas, sino advertencias y frases del tipo “no les puedes hacer nada porque son los niñitos de la casa como tú”… para halarse de los bigotes… para que luego digan que los gatos somos una especie insolidaria… ¡y lo que tenemos que aguantar a veces! Me llevé un disgusto sólo comparable hasta entonces con la boda de mi “mami” que significó compartir la cama con otro individuo más.
Otra de las cosas y disgustos más relevantes que me han pasado en convivencia con mi mami es el día que me endosaron el trabajo de “canguro”…por favor… como si una no tuviera bastante trabajo con matar insectos, pasearse por toda la casa, dormitar en el mejor sillón del comedor mientras le damos a cada casa ese toque hogareño… Pues si, tal y como te cuento, en mayo del año pasado, un tranquilo domingo, aparecen en mi casa con un huérfano al que se suponía que yo debía de enseñar a ser un “verdadero gato”. El susodicho había sido encontrado debajo del coche y aún era tan pequeño que ni siquiera comía solo, ¡imagínate, todo ese trabajo para mi sola! El primer día con la impresión y el susto se lo pasó bebiendo leche de gatitos con una jeringuilla y dormitando debajo de la mantita más caliente de la casa en lo que hasta ese día había sido mi transportín de viaje :-(. Pero ¡amigo! a medida de que fueron pasando los días y ese pequeñajo, bautizado con el nombre de “Miky”, fue creciendo y cogiendo confianza me tocó lo peor, aguantar sus infantiles juegos de ataque sin darle el buen zarpazo que se merecía y tener que soportar que me robara el sitio en el sillón o que me siguiera a todas partes y se abalanzara sobre mí a la mínima ocasión… a Dios gracias, el pequeñajo, hoy un adolescente que sigue sin respetar a sus mayores y todo el día piensa en juegos y ataques, fue llevado a la casa de “mi abuela humana” donde es querido y, lo mejor, sólo lo veo ocasionalmente.
Bueno, creo que ya es hora de irme despidiendo, se acerca la hora de la cena y la de uno de mis trabajos más intensivos: el de solicitarla jejeje. A ver que toca hoy… ¿será una lata de comida para gourmets o mi pienso bajo en calorías para salvaguardar la línea?
Os pongo una foto para que me conozcáis en todo mi esplendor.
¡¡¡LOS GATOS AL PODER!!!
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